Semana 63, camino de 64… la vida no da tregua

Estas semanas están siendo muy buenas en cuanto al desarrollo de Pablo, que cada día está mas fuerte y espabilado.

Es increíble como la terapia le está beneficiando, es fundamental en su vida, en nuestras vidas.

A nivel motor va dando pasos de gigante y cada día se atreve a hacer más cosas. Camina por la playa, algo realmente complicado si no tienes un buen equilibrio, se atreve a agacharse, agarrado, a coger juguetes del suelo; no le da miedo que le subamos a los toboganes y casitas de los parques infantiles; digamos que se defiende cada vez mejor.

A nivel cognitivo el cambio está siendo exagerado. Es una pasada verle hablar, responder, pedir, elegir, saludar, despedirse, obedecer (bueno esto regulinchi…que al final es un niño de tres años, tampoco vamos a pedir peras al olmo)

Vamos que ha pasado en apenas un año de no decir mamá a contar hasta 20 en español y hasta 10 en dos idiomas más. Entre medias le quedan cosas que pulir, claro que sí, pero el cambio cognitivo que estamos viendo en Pablo nos tiene locos.

Es una recompensa al esfuerzo tan grande, tan emocionante, que es difícil de describir si no se ha sentido alguna vez.

Cuando crees que tu hijo no va a andar nunca, que nunca va a ser capaz de correr, de subir escaleras, de nadar, de montar en patín, de hablar…. y le ves que da un paso, que sube un peldaño, que saluda por la calle a la gente, no hay nada igual.

En fin, y entre tanta emoción la vida sigue y la lucha continúa, ahora ya eligiendo colegio.

Porque, para quien no lo sepa, que un niño con discapacidad vaya a un colegio no es para nada comparable con que un niño sano vaya al colegio…y lo digo con conocimiento de causa.

Cuando tu hijo pasa al cole de los mayores tú, como padre, miras que coles te tocan o te pillan cerca, miras si es bueno o no, eliges, pides plaza en marzo, sumas puntos y te preocupas por si tienes 4 o 5 o 6 puntos para entrar en el cole que has elegido. Al final entras en el que tu has elegido o, si no te han llegado los puntos, en el cole de al lado. Chim pum.

Si tu hijo, con discapacidad, pasa al cole de mayores, tu eliges un cole en enero (sin ni siquiera haberlo visto) por el criterio que te parezca conveniente. Puede ser que tengas la suerte de tener un cole con aulas dedicadas a niños con discapacidad motora, como el caso de Pablo, o puede que tengas un cole así en tu zona pero que esté lleno y no haya recursos para todos, o puede que no tengas un cole especializado ni nada de nada.

Entonces tú eliges un cole y luego te evalúan a ver si has elegido bien o no, y luego esperas a ver si te dejan ir a ese cole o tienes que ir al cole que ellos crean que está mejor.

Y luego tienes que confiar que haya recursos que hagan que tu hijo pueda tener una infancia normal, como sus compañeros, que esté integrado y que le ayuden a integrarse…que le ayuden a levantarse si se cae, que le ayuden a sentarse, que le ayuden a mantener la postura, que le entiendan cuando esté cansado porque ha estado ya en tres terapias cuando llega a clase….

En fin, de momento nosotros, con ayuda y buenos consejos, hemos elegido un cole; esperamos que vengan a evaluarnos pronto. Os iremos contando.

 

Semana 57: uno más

Esta semana hemos ido a la tutoría de la guarde de Pablo. La verdad es que ha sido una cita que hemos estado esperando con emoción y con tensión, queríamos saber que tal lo pasa nuestro peque en la guarde y, obviamente, como le ven unas profesionales de la enseñanza.

Sabemos que Pablo tiene un retraso madurativo, tiene casi tres años y apenas habla. No puede subir escaleras, ni ponerse de pié, ni agacharse cuando se le cae algo al suelo.

Pero también sabemos que lo de hablar es seguramente por el bilingüismo, para niños bilingües es normal que empiezan a hablar con tres o incluso mas tarde.

El retraso madurativo puede venir de la mano del motor, porque hasta hace cinco meses Pablo no andaba y no podía investigar el mundo, ni interactuar como lo hace ahora.

Y lo del retraso motórico, como todos sabemos, es por nuestro amigo con el apellido francés, el señor Duchenne

wp-1482447950913.jpg

Cuanto más grande fue la ilusión cuando nos dijeron que habían observado grandes avances en Pablo.

Es un niño que juega con sus amigos, que habla con ellos y le entienden, que hace todo lo que hacen ellos, hasta que se cansa. Entonces, como ya conoce bien sus limitaciones, pide ayuda a sus profes y, a veces, se va a la clase de los peques, a descansar.

También nos han hablado de su asombrosa habilidad de aprender canciones a la primera. Sí, así es, a la primerita. A veces escucha una canción por primera vez y al minuto ya canta el estribillo. Y, lo mas flipante, los canta hasta en inglés, con una pronunciación que a muchos de nosotros ya nos gustaría.

Y, lo más emocionante de todo, que sus amigos de la guarde le cuidan. Ellos saben (más bien sienten) que Pablo, a veces, no hace las misma cosas que ellos pero no le dejan fuera, le ayudan para que les acompañe.

Vamos, en resumen, lo que nos han dicho es que Pablo es uno más, uno de los niños de la guarde como todos los demás. Y eso es lo mejor que podíamos haber escuchado, la verdad.

Semana 56: de Pablo, sus avances y Disney

Esta semana vamos tarde, pero no queremos dejar de contaros la cantidad de cosas nuevas que hace Pablo…y eso que lleva casi dos semanas malo.

Ha pasado de laringitis a otitis y de ahí con tos hasta ahora. Menos mal que entre Laura y su medicina y Rosa y sus terapias nos lo tienen controlado…y es que igual de importante es el aerosol como la fisio respiratoria para nuestros niños 🙂

La cosa es que en estas semanas Pablo ha conseguido muchas cosas como mantener un balón de espuma manteniendo los brazos encima de la cabeza, levantarse solo de la silla (bajita, claro), bajar a la calle sin carrito y caminar un buen trecho solo, subir el escalón de la guarde (donde se tropezó hace dos meses) él solito, componer frases de dos palabras (o más, pero cualquiera le entiende), contar de 1 a 10 y de 10 a 1 😉

Y es que, aunque Pablo va muy despacito (más que otros niños con Duchenne de su edad) su avance está siendo muy rápido y siempre hacia delante.

Una de las cosas que más nos preocupa es, precisamente, la evolución de nuestro Pablo; porque, una de las cosas mas desconcertantes de Duchenne, es que su avance en cada niño es de una forma…no se pueden hacer muchas comparativas entre un caso y otro. Hay  niños que empiezan a andar con 10 meses y otros con 30, niños que se sientan en silla con 12 y otros con 7, chicos que usan ventilación asistida con 20 y otros que con 9 le ponen sonda.

Lo que sí que sabemos es que la fisio es vital y que los cortis ayudan y, sobre todas cosas, observamos que el cuidado y control de los niños en edades tempranas y la actitud de los padres influyen sobre la capacidad, el desarrollo y, sobre todo, la felicidad de los chavales…así que, en eso estamos.

No podemos acabar esta semana sin hacer mención al evento que el pasado 4 de diciembre tuvo lugar en el Auditorium de Arroyomolinos, donde mi prima Silvia y su grupo de teatro musical Mantua presentaron su espectáculo «El Castillo de los cuentos» a beneficio de Duchenne Parent Project España.

Fue algo mágico por el espectáculo, por el ambiente de solidaridad, el apoyo de todos, el cariño de los actores, por las muestras de amor hacia Pablo, por encontrar y conocer a otras familias en nuestro mismo equipo de lucha contra Duchenne.

Cada vez que alguien organiza algo por nosotros nos hace sentir que no estamos solos, que lo tenemos cerca y lo vamos a conseguir y eso es algo que nunca podremos agradecer con palabras.

 

 

Semana 52, mes 12, año 1

«Hoy empieza el resto de nuestra vida. Hoy comenzamos a desafiar a Duchenne.»

Así acababa nuestra primera entrada en este blog, pocos días después de que nos dieran el diagnóstico de Pablo, hace un año ya.

Ha sido un año muy difícil, un año de aprendizaje, de lucha y de esperanza en el que hemos conseguido mirar a Duchenne a los ojos con miedo pero con valentía.

Hemos aprendido muchísimas cosas sobre ciencia y medicina, sobre solidaridad y compromiso, sobre amor y amistad.

Hemos conocido a mucha gente: gente luchadora que nos ha dado su ejemplo sobre cómo hacer las cosas; gente cariñosa y solidaria que, a veces sin saberlo, nos ayuda a levantarnos cada día y seguir luchando; gente que sin ni saber quiénes somos nos ha abierto su corazón.

Nos hemos emocionado viendo a Pablo echarse a andar, empezar a hablar, caerse y levantarse, bailar, cantar, reír.

Hemos hablado en la tele, en la radio, en los periódicos, hemos abierto una ventana a nuestra vida con un único objetivo: acabar con Duchenne.

Hemos escuchado palabras de aliento y esperanza hablando de los próximos tratamientos que han sustituido a la fatídica frase «su hijo tiene Distrofia Muscular de Duchenne».

Pero no todo ha sido bonito. También ha sido un año de lágrimas al ver que nuestro hijo no es igual al resto ni lleva el mismo ritmo, un año de nervios y noches sin dormir.

Un año en el que, a pesar de todo, nos hemos sentido solos e incomprendidos, porque no todo el mundo entiende con lo que tenemos que vivir cada día. Porque a veces lo que quieres oír no es: ya veréis como va a salir algo, sed fuertes; sino: menuda hija de puta que es la vida, llorad hasta que lo saquéis todo.

Hemos discutido, hemos gritado, hemos perdido mucha gente por el camino.

Nos hemos tenido que acostumbrar a una nueva rutina que no hemos elegido nosotros. Se nos ha olvidado eso de la realización personal, porque la única realización que nos cabe es que Pablo pueda llegar a vivir como otros niños, como otros chicos, como otros hombres.

Pero, sobre todo, nos hemos conocido a nosotros mismos, somos conscientes de lo que somos capaces, hemos aprendido que con la mitad de sueldo también se puede vivir, que lo que importa no vale mucho (aunque algunas cosas cuestan demasiado), que la felicidad es sencilla y que vida no hay más que una.

Aún nos quedan cosas por vivir, caminos por los que andar, momentos que disfrutar y que llorar…pero siempre con la esperanza como única bandera.

Un año, el primero, un día 16.11 que nunca podremos olvidar.

Gracias todos los que permanecéis con nosotros, a los que os habéis unido a nuestra familia, a los que sacáis un momento para mandarnos fuerza y esperanza, a los que nos seguís en nuestro día a día, a los que nos llamáis de repente; en resumen, a los que nos ayudáis a seguir viviendo.

Duchenne, te lo repito, no sabes con quien has ido a meterte.

 

 

 

 

Semana 50: Duchenne sin abuelos

La figura de los abuelos es algo que no puede ser sustituido por nada. Cuidan, consienten, sostienen, miman, ayudan, reconfortan. Cocinan cosas ricas, te llevan a sitios chulos, te dejan hacer cosas que no te dejan los padres, te compran chuches y todo lo que quieres…

Para los nietos es genial tener abuelos, pero para los padres es vital contar con la ayuda de los abuelos.

Cuando tus hijos están sanos y no hay mayores problemas en la casa su presencia es importante, pero cuando tienes un hijo con una enfermedad como Duchenne, su presencia se hace clave.

Quizá cuando los tienes a tu lado no te das tanta cuenta, pero cuando no están contigo les echas mucho de menos.

En primer lugar, por la cantidad de veces que te salvan el culo: acompañarte al médico, llevar al niño a la terapia cuando tienes fiebre, hacerte la comida mientras vas del fisio a la guarde y luego a la hidroterapia.

En segundo lugar, por la de posibilidades que se te abren con la ayuda que te ofrecen: seguir trabajando, ir al cine, ir a la peluquería, ir al banco sin correr, poder tener un mal día de esos en los que no te apetece salir de la cama de la pena.

Y en último lugar, porque ellos no sólo se preocupan de los nietos, se preocupan también de los hijos. Ellos saben cuando estás mal y te entienden y se paran a preguntarte a ti y a hablar de ti y quieren saber como estás tú, y eso es algo que pocas personas hacen. Y te puedes abrir a ellos tal cual eres porque nunca te van a juzgar, porque sabes que van a estar ahí siempre para defenderte a capa y espada, como hacemos nosotros con nuestros hijos.

Tener unos padres que están a tu lado cuando lo necesitas es sensacional. Aunque no lo veamos en el momento; todos sabemos las preocupaciones que nos quitan y la de veces que nos salvan el culo.

Yo lo sé porque tenía una madre así. Una de esas que consentían a los nietos lo que nunca que consintió a ti, que te llamaban todos los días aunque te acabaran de ver, que se presentaba con croquetas cuando no tenías cena y encima sabía, con mirarte, si pasaba algo.

 

 

Semana 3: de altibajos

Esta semana ha sido, digamos, bastante jodidilla.

El lunes vacunaron a Pablo contra la gripe y el martes tenía tantos mocos que ya no pudo ir a la guarde en toda la semana.

Además, le empezó a subir la fiebre y el jueves acabamos en urgencias. Y es que una de las cosas que nos dijeron, ya antes de confirmarnos el diagnóstico, es que los niños con Duchenne tienen que tener cuidado con las infecciones pulmonares, ya que no pueden expulsar bien los mocos.

Así que ahí nos veis a nosotros que hemos pasado de pensar «bah, si solo son mocos» a «uy uy uy…Pablo tiene tos» y eso que no somos nada aprensivos.

Aunque no pudo ir a la guarde, Pablo no ha faltado a sus terapias y ha trabajado mucho y muy bien, menos el jueves que ya no podía con su alma. ¡Lo que ha cambiado nuestro Pablete desde va a terapia no tiene nombre! Y es que apenas hace tres meses no levantaba el culo del suelo y ahora nos cuesta que se siente. Ya solo falta un pequeño empujoncito para que empiece andar.

También os tenemos que contar que estuvo encantado con su primera sesión de hipoterapia, iba feliz de la vida subido a su pony.

Por otro lado, el martes nos llegaron nuestra camisetas de Duchenne Parent Project y nuestro calendario. Estamos encantados. Sentirse parte de la Asociación nos da mucha energia y fuerza para luchar por encontrar una cura para nuestros niños.

Aunque haya días en los que la realidad nos de una bofetada en la cara, porque a día de hoy la Distrofia Muscular de Duchenne no tiene cura y nosotros, antes que nada, somos realistas; las noticias sobre avances en la investigación y campañas de actuación están ahí y confiamos en que, antes o después, encuentren una cura.

Lo cierto es que en estas tres semanas hemos aprendido a establecer prioridades, porque una vez que te dicen que tu hijo tiene una enfermedad degenerativa pocas cosas peores te pueden pasar en la vida, así que le das un valor distinto a lo que antes eran problemas y todo lo pones en relación.

También hemos ganado cosas, sobre todo cariño y apoyo. Recibimos tanto cariño cada día que muchas veces nos quedamos sin palabras, porque el cariño sincero  y la solidaridad cuando tienes un problema es de lo más reconfortante que hay en el mundo.

De todas formas, cuando cerramos la puerta y nos preparamos para ir a la cama, no podemos dejar de sentir tristeza e impotencia y a vivir con eso, aún no hemos aprendido