Siempre os hemos hablado del arte que tiene Pablo para la música y el baile, así esta semana aprovechando que en Estepona se celebraba un evento que mezclaba flamenco y circo, decidimos ir con los niños a echar la tarde.
Fue increíble verle disfrutar con la música, de acá para allá sin parar ni un momento, queriendo subirse al escenario y moverse entre la gente para ponerse en primera fila. ¡Lo difícil que es hacer que se pare y descanse!
Pero es tan emocionante ver como baila, es como se llevara el ritmo en la sangre; mirad:
¿Lo hace bien el tío, eh?
Os voy a confesar una cosa, cada vez que le veo bailar me emociono y mucho.
Me emociono porque le veo disfrutar como con nada, le veo feliz, le veo un brillo de emoción y me emociono porque tiene Duchenne, porque no sé si vamos a llegar a tiempo, porque no sé como voy a explicarle que no va a poder bailar…
Y, por otro lado, me da una razón más para luchar con uñas y dientes. Porque Pablo se merece poder bailar siempre y yo me merezco poder verle feliz siempre.